Llueve sobre mojado

Se vacía la papelera de reciclaje por decimoquinta vez hasta que ya no hay nada y uno hace copias de cualquier cosa sólo para luego poder eliminarlas y vaciar la papelera por decimosexta vez.

Se busca una pomada que calme la tortícolis porque el cuello se resiente de tanto inclinarse hacia la izquierda para ver si el modem muestra las bellas lucecitas parpadentes pero no, siguen semi-apagadas, con ese color ambar que tanto se parece a la agonía.

Se busca qué hacer porque las ganas siguen pero resulta que ese datito que falta está en alguna parte de la web y es tan inaccesible como si estuviera en un cráter de la luna.

Se toma el teléfono y se marca ese número que uno ya sabe de memoria y se está ahí un rato largo, escuchando la musiquita de espera hasta que alguien atiende y claro, como siempre es alguien diferente, las respuestas no son las mismas, de esa manera, uno puede elegir la que mejor se acomode al grado de hartazgo que se tenga.

Y como la papelera sigue vacía, mejor ordenar el desorden.

Y se graban cosas, se hacen backups, se verifican y entonces sí, uno puede borrarlos sin problemas para luego volver a vaciar la papelera por vigésima vez.

Y uno piensa: "antes, yo me entretenía igual ¿qué demonios me pasa? ¿Por qué ahora necesito algo que antes no necesitaba?" La electricidad es supérflua, Gauguin pintaba igual a la luz de un par de candelabros; Shakespeare escribía, Miguel Angel esculpía el David y yo no puedo caminar por mi propia casa sin tropezarme con los muebles.

Pero la luz vuelve y la lámpara me ilumina ... sólo me falta internet y sigo tan perdido como si el mundo hubiera colapsado ... y para colmo, la papelera de reciclaje está vacía.

Dia dos: Juguemos algo, listo, ya me aburrí.

Terminemos eso pendiente y ... no, me falta una imagen, pucha, lo que tengo no me alcanza porque nunca me alcanza. Soy un agujero negro que se ha acostumbrado a absorber más y más y más y más y ahora ... no hay nada.

Y el modem sigue muerto, y no hay más archivos que ordenar, y la musiquita de espera repite su letanía y la papelera de reciclaje sigue vacía ...

¿Adicto a internet? No, qué va, eso no existe ¿Adicto? No, no me hagan reir.

¡Qué suerte!, acá encontré algo que puedo borrar. Listo, ahora, podré vaciar la papelera de reciclaje por quincuagécima vez ...

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